Colección: Carlos

De muy chiquito, recuerdo, mi padre hacia bandejas de alpaca y mi madre platería... yo empecé a vender. Mi papá me decía “si haces algo hacelo con pasión...” y así empecé a aprender. A los 18 años por necesidad comencé a hacer platería. Luego a los 20 continué con la madera. Hacia sillas, mesas, muebles, y en todo reciclaba madera que dejaban los acerraderos... como ahora.

En mi pueblo tiraban el cuero, no sabían cómo se trabajaba el material, entonces empece a estudiar y aprender la forma de “curarlos”, hacer que el cuero dure, lavarlo, sacarle el pelo, empece preguntando a los gauchos.

El proceso empieza por sumergir el cuero en recipientes muy grandes de plástico, no debe tener contacto con el metal porque el cuero se oscurece. Luego viene el despelado y limpieza siempre en una sola pieza. Después lo voy tensando de a poco con piedras.

Lo primero que hice son tientos de cuero para sommiers, sillas, cuencos de cuero y allí vi que la combinación del cuero y la alpaca era hermosa, combinar estas dos técnicas fue un descubrimiesto muy bueno. Me va guiando el material, me dice que quiere ser.

Hoy compro el cuero fresco en el campo cuando faenan los vacunos. En mi casa tengo armado todo el proceso de lavado y “curado” del cuero artesanal. 

La alpaca se forma por aleación de cobre, niquel y cinc. La pongo al rojo vivo y martillo en mano voy dando la forma y el material me va guiando a lo que quiere ser, luego el pulido hasta tener el famoso blanco argentino de la alpaca. Todo lo trabajo en mi casa con las herramientas que yo mismo hago. Desde que me levanto hasta la caída del sol.

Mi inspiración es la necesidad de expresión entendiendo la naturaleza. Lo sueño y a media noche me despierto y anoto... y por la mañana empiezo a crear...